domingo, 8 de enero de 2012

[ PRE ] T E X T O


Llevé la oreja sobre la tierra y el marciano no respondió.
Corrí a la esquina del sillón, cubrí mi rostro… quise estar en otro planeta.
Esa noche dormí boca abajo con el miedo pegado a la almohada, temí que el diablo se metiera mi por la espalda.
Desperté y limpié mis ojos, había perdió la voluntad, las ganas de hablar… había dejado de creer en Dios, en el diablo y en mis padres.
Salté de aquella cama con la firme idea de meterme al cuerpo, todos los excesos que ese día tocaran mis sentidos, entre ellos, meterme tu amor.
Trascurrida la larga noche empecé a perder la voluntad y la imagen  de todos lo que habían prometido regresar en un instante. Perdí también el deseo maternal.
Llegada la madrugada circundó en mi profana cabeza la idea del amor infinito y trascendente. Me arrullé en los brazos de la muerte y reposé los miedos en la cobija de lastres-recuerdos.
Desperté de nuevo, volví a llevar mi oreja sobre la tierra; el marciano no me escucha y yo somnolienta deseo que un beso tuyo en mi vientre empiece a germinar.

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